El gateo es un proceso natural que permite la autonomía del bebé y el paso de la inmovilidad a la movilidad.
Los bebés nacen tumbados y poco a poco descubren el uso de las extremidades hasta que finalmente comienzan a caminar.
Las personas no nacemos con la fuerza necesaria para mantenernos en pie. Al comienzo, un adulto debe desplazar al recién nacido, hasta que más adelante, gracias a la experimentación y la curiosidad, se consigue el movimiento autónomo.
Al hablar de desplazamiento, no se hacer referencia a caminar directamente, los niños necesitan pasar por distintas fases antes de llegar al momento bípedo.
Primero deben experimentar las distintas formas de desplazamiento, por sí solos. Los bebés son pequeñas personitas, que al igual que los adultos, usan todos los recursos posibles para alcanzar lo que necesitan, motivados por su curiosidad, encontrarán la manera de desplazarse. Cuando hablamos del desplazamiento que precede a la bipedestación, se incluyen el volteo, el reptado, el gateo, el oseo y la sedestación.
Los primeros meses de vida permanecen tumbados y son transportados por sus padres. Más adelante, la evolución esperada es el volteo y el comienzo del reptado; a continuación, comienzan a hacer uso de sus extremidades hasta llegar a la siguiente fase, el gateo. Es recomendable no acelerar este proceso y dejar que ellos mismos sean los que consigan pasar de una fase a otra.
Es emocionante ver a los pequeños aprender a desplazarse pero, ¡que no corra prisa!, ya veréis como en poco tiempo tenéis al pequeño trepando cada rincón de la casa. No debemos acelerarnos, esto puede causar la interrupción del desarrollo natural del niño. Cuando comience a levantarse le podemos ayudar a dar su primeros pasos, pero no antes, ellos mismos darán el paso cuando se sientan seguros y preparados para avanzar.
A menudo, esperamos ansiosos esos primeros pasos de nuestros pequeños. Lo que nos lleva al tema andadores. A día de hoy, existen gran variedad de facilitadores y andadores para ayudar al bebé a caminar. A menudo, los cuidadores se esfuerzan y enfocan su atención en que el bebé camine, olvidando las fases previas a esta etapa, esenciales para el proceso de desplazamiento. Es más, acomodan al niño en un andador y quedan tranquilos pensando que esto acelerará el proceso de marcha, causando el efecto contrario y aumentando el riesgo de accidentes. Además, los andadores restringen al bebé en la exploración de su entorno, por lo que no es recomendable el uso de estos. Algunos padres ven el gateo como una fase prescindible, pero cada vez más expertos confirman su importancia, sin necesidad de ayuda externa y artificial.
Las escuelas infantiles se involucran cada vez más en promover el gateo por tener una gran influencia en el presente y el futuro del niño. Numerosos artículos científicos apoyan esta forma de abordar y fortalecer el desarrollo adecuado del niño por la cantidad de efectos que puede tener en los años posteriores.
Existe una relación entre la madurez neuropsicológica y la presencia de la conducta de gateo, permitiendo reforzar las funciones cognitivas y conductuales acorde a la edad del niño. Esta conducta es el primer movimiento armónico de la cabeza y las extremidades, fortaleciendo la conexión de los hemisferios cerebrales y facilitando la maduración de las funciones cognitivas.
Otros efectos del gateo, demostrados reiteradamente en investigaciones, tienen relación con:
- La psicomotricidad
- La orientación
- La coordinación
- La percepción tridimensional
- La propiocepción
- El aprendizaje de lecto-escritura
- Las funciones cognitivas (conexión entre los dos hemisferios y creación de rutas de información)
Especial referencia a la lecto-escritura por su importancia en los años de estudio del niño. Es un efecto a largo plazo que permite entender la función de etapas previas del desarrollo. Durante la fase de gateo, el bebé sentará las bases de acciones tan importantes como la lectura y la escritura. Es importante fijarse en la influencia que tiene sobre el proceso evolutivo: el niño comenzará a tomar consciencia de dónde se sitúan las partes de su cuerpo; la distancia entre el ojo y la mano; y el enfoque visual, permitiendo la lectura y la escritura más adelante.
Existen distintos estilos de gateo, siendo el gateo cruzado o estándar el correcto, de acuerdo con las explicaciones de pediatras y pedagogos. Al margen de los distintos estilos, ha quedado demostrada la alta correlación entre una fase anterior a la marcha y el exitoso desarrollo psicomotor y cognitivo del niño. Así pues, la falta de una etapa entre la inmovilidad y la movilidad podrá causar disfunciones.
La forma de gateo que repercutirá de forma positiva en posteriores fases es el gateo cruzado, caracterizado por ser un movimiento coordinado de forma contralateral de los brazos y las piernas, totalmente simétrico, con las manos abiertas y dirigidas hacia delante, con las piernas paralelas (muslos perpendiculares al suelo y rodillas siguiendo la trayectoria de las manos), con los pies alineados hacia delante (sin rotaciones hacia dentro ni hacia fuera) manteniendo el contacto con el suelo.
Para estimular el gateo existen tres pautas de ayuda que pueden orientar a los padres a la hora de ayudar al bebé. Los pasos a seguir en la potenciación del gateo son:
- En primer lugar, se recomienda colocar al bebé en posición de gateo con las manos abiertas y apoyadas en el suelo. Se puede colocar algún juguete llamativo delante del bebé, posicionándonos nosotros detrás para corregir su posición. La forma de ayudar con la correcta posición es poniendo nuestras rodillas en el exterior de sus piernas para que las suyas no se abran y se mantengan bien orientadas. Con nuestras manos podemos sujetar su abdomen, balanceándolo suavemente hacia delante y hacia atrás sin forzar la colocación de sus piernas.
- Una vez el bebé consiga esta posición por sí mismo, y permanezca estático apoyado en las rodillas y las manos sin ayuda, comenzaremos el siguiente paso. Le balancearemos de nuevo hacia delante y atrás, esta vez sujetándole de las caderas. Podemos hacer esto cantándole una canción animada para darle aspecto de juego a este ejercicio.
- El último paso es colocar al bebé atravesado sobre un rulo o una toalla, de forma que sus manos y piernas queden liberadas y sólo su estómago permanezca en contacto con el objeto. Una vez colocado el objeto escogido, podemos proceder a balancearle de nuevo, esta vez sólo hacia delante; debemos asegurarnos de que apoya las manos abiertas en el suelo. Idealmente, el bebé mirará sus manos y después al frente. Cuando consiga el gateo de forma autónoma, fijará la mirada al frente. Para ayudarle con la dirección de la cabeza, mientras uno de los padres sujeta y mueve al bebé sobre el objeto elegido (rulo, toalla o similar), otra persona puede mostrarle un juguete que sea llamativo o le guste para que fije la mirada en este.
En definitiva, el gateo tiene una influencia positiva en el desarrollo de una marcha adecuada, favoreciendo el buen desarrollo cognitivo y motor del niño. Debemos centrarnos en el proceso del niño y dejar que éste evolucione a su tiempo, sin necesidad de añadir objetos que puedan provocar el efecto contrario, como puede ser el retraso de la marcha y de la maduración de funciones cognitivas en su futuro próximo. Además, Los padres pueden participar de forma activa en la estimulación del correcto gateo, respetando el desarrollo de su hijo.
Sofía Pomeroy, Psicóloga.
Referencias:
- Morales, A., Rincón, F.R. Relación entre madurez neuropsicológica y presencia – ausencia de la conducta de gateo. (2016)
- De Ávila, R., Castro, K. Relaciones con el inicio de la marcha, gateo, uso de andadores y accidentes. (2005)
- López, S. La importancia del gateo.
- Oldak-Kovalsky, B., Oldak-Skvirsky, D. Gateo. Revisión de la literatura médica. (2015)
- Muñoz, L. Neuropedagogía infantil